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David Fayad Sanz
Fotografía
Fotolibro
Coleo y Vaquería
Entre los años 2012 y 2013 pasé largas temporadas en el llano colombiano. Varias veces me invitaron a vaquería y coleo y a mí las tripas se me retorcían de pensar en el animal, y aún siento lo mismo. Hoy entiendo estas prácticas más que antes, aunque no significa que las avale ni las aplauda; simplemente sé que nada puede ver visto por fuera de su contexto y, de alguna manera, sé que el llanero tiene cierta rudeza que a la gente de las ciudades nos cuesta compender. Esa sensación de dominar al animal a pesar de las adversidades, de recorrer caminos extensos e incluso de haber cabalgado con ferocidad para ayudar a las tropas libertadoras de Simón Bolívar son huellas permanentes en el imaginario del llanero.
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